(Conferencia ofrecida en la Facultad de Ciencias Médicas "Dr. Miguel
Enríquez" el 18 de diciembre de 1999 en ocasión del XX
Aniversario de su fundación)
Autor: Prof.Guillermo J.
Ruiz Rodríguez
Psicólogo y Sociólogo
Profesor Titular de Psicología
Médica
Especialista en Psicología de la Salud
Miembro de la Comisión Nacional de Etica
Médica del Ministerio de Salud Pública.
Miembro Adjunto del Consejo
Científico de la Facultad de Psicologia de la Universidad de La
Habana
Desde entonces, década tras década se han ido formulando leyes, se ha ido desentrañando la compleja madeja de la vida y de verdad nos hemos ido creyendo que llegará el momento en que por esa vía inductiva, fragmentaria y lineal, alcanzaremos la totalidad. Estas son las bases entre otras, del paradigma tradicional: el universo está constituido por partículas, el espacio y el tiempo son dimensiones absolutas, el observador está separado de lo observado y por tanto, la realidad es una entidad ajena que nos sumerge en la famosa dicotomía freudiana: yo-el otro.
Si pretendemos conocer el universo como una totalidad, por medio de la razón humana solamente, sin duda que algunos aspectos del mismo van a continuar siendo desconocidos. Cuando aparece el conocimiento simbólico, comienza a dibujarse una escisión entre el sujeto que conoce y lo conocido, entre el pensador y el pensamiento, entre el sujeto y el objeto. Y nuestra conciencia, a la vez que conocedora e investigadora de la realidad exterior, es incapaz de conocerse a sí misma.
Y así como el cuchillo no puede autocortarse, intentar conocer el universo como objeto de conocimiento, es profunda e intrínsecamente contradictorio. Cuanto más éxito creamos tener, más paradójico será para sí mismo. Y este tipo de conocimiento dualista en que queda dividido el mundo, o sea, sujeto frente a objeto, verdad frente a falsedad, bien frente a mal, etc., constituye el basamento de la filosofía y de la ciencia occidental, esto es, del paradigma tradicional de la ciencia. Sobre él se apoya el edificio del conocimiento "serio" de la realidad.
Actualmente los científicos están enfrascados en articular una poderosa metodología, potencialmente capaz de superar el dualismo al que se ven confrontados cotidianamente. Y es ahí justamente donde radica el mayor problema y por tanto los mayores esfuerzos.
Si se quiere medir algo, se necesita algún tipo de instrumento para ese fin. Sin embargo, si en el mundo subatómico se intentara medir un electrón, el peso del mismo es tan despreciable, que cualquier dispositivo aunque fuera tan ligero como un fotón por ejemplo, originaría que en el acto mismo de medición, el electrón cambiara de posición. Y no es precisamente un problema técnico o metodológico, sino un problema consustancial a la trama misma del universo. ¿Qué sucedió? Que los científicos, llevados por el supuesto de que el observador era diferente del suceso, por el ánimo dualista de que se puede incidir en la realidad sin afectarla, recibieron una tremenda sorpresa: la sorpresa paradojal de que cuanto más infinitesimalmente se pretenda conocer la realidad, ésta se modifica con el acto mismo del conocimiento. ¿Por qué? Porque misteriosamente el sujeto y el objeto están tan unidos, que las múltiples teorías que descansaban sobre el otro supuesto, simplemente se desmoronaron.
La física cuántica apuntaba justamente al blanco del dualismo sujeto-objeto, y por tanto la medición y la verificación objetivas ya no podían seguir siendo la garantía de la realidad absoluta, porque lo medido jamás puede separarse totalmente del sujeto que mide. Y en este nivel, lo medido y lo que mide, lo verificado y lo que verifica son una y la misma cosa.
La nueva física, con la cimera figura de Albert Einstein, además de superar la división ilusoria entre sujeto y objeto, entre ondas y partículas, entre mente y cuerpo, y entre lo mental y lo material, abandonó el dualismo del espacio y el tiempo, de la energía y la materia, e inclusive del espacio y los objetos.
La ciencia tradicional constituida no trata con "el mundo mismo" como usualmente se asume, pues ello acontece por medio del modo dualista del conocer, y por tanto, trabaja con representaciones simbólicas de ese mundo, y ese conocimiento simbólico y dualista es su rasgo más brillante por cuanto permite obtener una imagen excelsa y analítica del mundo mismo; pero por más refinadas que sean, no son más que eso: IMAGENES. Por tanto, tiene la misma relación con la realidad como la que existe entre la imagen del salón donde se está produciendo esta lectura y el salón mismo.
Alfred Korzybski, el padre de la semántica moderna describió la relación "mapa-territorio". El territorio es el proceso del mundo en su realidad concreta, en tanto mapa es el símbolo o significado de algún aspecto del territorio. Por ende, el mapa nunca será el territorio.
Así, el nuevo paradigma de la ciencia supera nuestra concepción usual del universo como un complejo de cosas que se extienden en el espacio y se suceden en el tiempo. Eso no es sino un mapa convencional del mismo, porque esa imagen, resultado del conocimiento simbólico, es consecuencia de la división del universo en cosas separadas que se ven, por una parte en el espacio-tiempo, y por la otra en el sujeto que VE esas cosas. Y para que eso suceda, el universo tiene que dicotomizarse en observador y observado; y como eso es distinto de sí mismo, el símbolo no es el universo.
Resulta tan improbable separarse del universo para extraer conocimiento del mismo, como el que una mano pueda tocarse a si misma. Pero como el hombre está tan condicionado al conocimiento dualista, cree realmente que lo ha conseguido. El resultado final es una imagen que se dibuja como un conjunto complejo de entidades llamadas "cosas", distribuidas por el espacio y el tiempo, separadas y ajenas a su vez del hombre, que realmente imagina ser un ente que lo que hace no es sino percibir a distancia.
Por tanto, si el universo se distingue de si mismo y se engaña a si mismo cuando se separa al conocedor de lo conocido, al sujeto del objeto, entonces la realidad solo tiene vigencia en la expresión del físico alemán Schroedinger: "el sujeto y el objeto no son más que uno".
Todo esto está en consonancia con los últimos descubrimientos de la neurobiología con el Dr. Sperrey a la cabeza, que muestra que los dos hemisferios cerebrales tienen diferentes funciones. El hemisferio izquierdo cumple la función del aprendizaje racional, ya que el mismo es el que nos facilita la imagen lineal del tiempo como que va del pasado al futuro, es inductivo, es lógico y es fragmentario. Por otra parte, el hemisferio derecho es atemporal, es analógico y holístico. Las formaciones intercerebrales serían las encargadas de la armonía entre ambas funciones. De esa manera, en tanto el conocimiento basado en hechos, en el pensamiento reflexivo, en el cálculo frío y desapasionado se produce a predominio del hemisferio izquierdo; el mundo de las intuiciones, de las corazonadas, del contenido artístico, de las impresiones totalizadoras y holísticas, sería el contenido del hemisferio derecho. ¿Qué ha sucedido? Que nuestra cultura occidental ha sido básicamente una cultura de hemisferio izquierdo, donde lamentablemente y de manera creciente se valora más el éxito en función de la riqueza material que en los valores espirituales.
El hombre piensa de acuerdo a como vive y en general vivimos en consonancia con lo que sabemos. Si creemos que el universo es algo mecánico, viviremos mecánicamente. Mas, si al influjo de los nuevos conocimientos, sabemos que formamos parte de un universo abierto y que nuestra mente es una matriz de realidad, viviremos con mayor creatividad. Abraham Maslow, uno de los grandes de la psicología humanista afirmaba que "el miedo a saber es en el fondo un miedo a hacer, porque todo conocimiento entraña una responsabilidad". La ciencia que valora el nuevo paradigma intuitivo, holístico e interconectado, no está haciendo otra cosa que confirmar las paradojas e intuiciones que la humanidad ha tenido desde antaño, desde los Vedas, Buda y Lao Tse.
Muchos descubrimientos en diversas ramas de la ciencia como en las investigaciones sobre el cerebro, la física, la biología molecular, y la conciencia entre otros, llegan a un mismo destino. Sin embargo, son dos las razones principales por las cuales a veces el conocimiento se convierte en espacios estancados para unos pocos. Una es la especialización, que al decir de Bernard Shaw, se llega a un momento en que se sabe todo de casi nada y la otra es el abismo comunicacional existente como resultado del carácter radicalmente distinto de la nueva visión del mundo. Estamos obligados a mutar de paradigma para tener una perspectiva novedosa. Cuando se desentrañaron en parte, aspectos subyacentes de fenómenos como el magnetismo, la electricidad, el campo eléctrico, la resonancia y el biofeedback; cuando se demostró que el tiempo y el espacio constituyen un continuum, cuando a escala subatómica se precisó que materia y energía son estados intercambiables y que existen de manera simultánea como tendencia, cuando se desentrañó todo el enigma de la luz y sus correlatos a velocidades ultrarrápidas: la ciencia insensiblemente comenzó a cambiar. Ya aspectos como la espiritualidad, los valores, los atributos del "alma" cartesiana, no pueden seguir siendo contemplados como subproductos de la inmaculada "ciencia" que todo lo mira desde otro pretendido espacio.
De este modo, la nueva ciencia, más allá de la fría observación clínica, nos
adentra en un mundo de paradojas, donde temblamos de miedo ante la quiebra del
sentimiento de omnipotencia que le conferimos a la razón. Resulta muy difícil
comunicarse o inclusive pensar sobre física cuántica, sobre la cuarta dimensión
o sobre cualquier cosa donde no se precise el comienzo y el final, lo alto y lo
bajo, el ahora y el después. Por ejemplo, para nosotros el concepto de
Tiempo tiene una connotación lineal y aparentemente objetiva. Para la
gigantescas culturas azteca, maya, y hopi, entre otras, como para la física
cuántica la dimensión del aquí y el ahora no son sino un fragmento congelado de
la eternidad.
Fritjof Capra, un eminente físico atómico, profesor de la Universidad de Stanford y autor de varios excelentes libros, señala que la mayoría de los físicos vuelven del laboratorio a sus casas para comportarse como si Newton y no Einstein fuera el que tuviera la razón, o sea, como si el mundo estuviera fragmentado y fuera mecánico. Apunta este autor: "parecen no haberse dado cuenta de las implicaciones filosóficas, culturales y espirituales de sus propias teorías".
En una oportunidad, Einstein señaló que crear una nueva teoría no es levantar un rascacielos donde antes había un granero, sino más bien como trepar una montaña desde donde se descubren nuevas perspectivas y conexiones inesperadas entre el punto de partida y toda la riqueza del contexto. Así, aunque el punto de partida siga existiendo, ahora lo podemos apreciar como una parte diminuta de un panorama más amplio.
Hay un cuento popular antiguo, llamado El País del Plano, en que los personajes son formas geométricas que viven en un mundo de dos dimensiones. El narrador, un Cuadrado de mediana edad, sueña que visita un reino unidimensional (El País de la Línea), cuyos habitantes solo pueden moverse de un punto a otro. Intenta explicar quién es él, en el sentido de que en su país no solo puede moverse de un punto a otro, sino también de lado a lado. Se queda dormido y se despierta cuando los habitantes del País de la Línea están a punto de lincharlo.
Aquel mismo día quiere ayudar en su tarea a su nieto, un pequeño Hexágono. El nieto le sugiere la posibilidad de una tercera dimensión, un reino en el que además de un lado y otro, había un arriba y un abajo. El Cuadrado concibió esa idea de estúpida e inenarrable. Esa noche el Cuadrado recibió la visita de un habitante del País del Espacio, el reino de las 3 dimensiones. Al principio el Cuadrado se sintió un tanto confundido con su huésped, un extraño círculo, que parecía cambiar de tamaño e incluso de desaparecer. El visitante se presentó a si mismo como una Esfera. Dándose cuenta de que sólo con argumentos no podía llegar a convencer al Cuadrado de la existencia de la 3ra.dimensión, la Esfera, desesperada, le introduce en una experiencia de profundidad. El Cuadrado se quedó estupefacto y tras haber tenido una experiencia intuitiva de la 3ra.dimensión, pues veía una línea que no era una línea y un espacio que no era un espacio. Sentía que era y no era al mismo tiempo. Pensaba que se había vuelto loco. Fue tal su asombro que se convirtió en un apóstol de la Esfera intentando convencer a sus conciudadanos del País del Plano de que el espacio es algo más que una noción propia de los matemáticos. Por tal herejía fue condenado a prisión. Cada año el sumo Sacerdote del País del Plano, el Círculo, acude a la cárcel para ver si ha recobrado el juicio, pero el Cuadrado, aunque es incapaz de poder explicarlo, insiste testarudamente en que existe una tercera dimensión.
Igual que les sucedía a los habitantes del País del Plano, nos falta al menos una dimensión. Comprender algo de manera NO LINEAL, implica más una especie de "estar en sintonía" que en trasladarse de un lugar a otro. Evitemos la tentación de nuestro condicionamiento cognoscitivo de preguntarnos por qué, cómo o dónde ante cualquier cosa. Hagamos como cuando nos recreamos ante una pintura: no nos preguntamos cuántos gramos de azul se necesitó, para lograr ese tipo de éxtasis.
Una de las figuras que más ha tratado el problema de los paradigmas, Thomas Khun, expresa en su libro "La Estructura de las Revoluciones Científicas", que "en ciencia, toda idea nueva que sea importante suena rara al principio". El físico Niels Bohr, señala que las grandes innovaciones parecen embrolladas, confusas e incompletas. Añade que sus mismos descubridores las comprenden solo a medias y para el resto son un misterio.
Uno de los descubrimientos más asombrosos ha sido el de la imagen holográfica a partir del rayo láser como uno de los factores en la comprensión del enfoque emergente einsteniano de la medicina. Un holograma se obtiene haciendo pasar un haz de luz coherente (láser) por un dispositivo llamado de difracción de haz, con lo que se obtienen dos haces. Al pasar uno de ellos por un objeto determinado y el otro por una lente, al confluir ambos se produce una figura de interferencia, el holograma propiamente dicho, que es la imagen del objeto, tridimensional. Lo asombroso de esto es que se puede cortar esa imagen en cincuenta pedazos, y cada uno de ellos, expuestos a la luz láser, revelaría el objeto completo. La explicación deriva del hecho de que el holograma es un patrón de interferencia energética, y dentro de este patrón, cada parte contiene la información del todo.
Este principio holográfico de que cada parte contiene al todo se halla expresado a nivel altamente simbólico en la estructura de las células de todos los organismos vivos. En el campo de la biología celular, los últimos descubrimientos han revelado que cada célula contiene una réplica del código ADN original, cuya información sería suficiente para reconstruir un cuerpo humano completo. En este basamento descansan las múltiples experiencias que sobre clonación se están llevando a cabo. Este hecho guarda, como se puede apreciar, una enorme analogía con el principio holográfico, o sea, que cada pedazo contiene la información necesaria para reconstruir el todo. Y si asumimos que la organización espacial de las células está modulada por un mapa tridimensional complejo que trazaría de antemano cómo será el futuro organismo desarrollado, ese mapa o molde, sería la función de un campo bioenergético que acompaña al cuerpo físico.
Por otra parte, la materia, que macroscópicamente aparece como algo sólido, se desvanece en el momento mismo en que se entra al mundo subatómico de la física de las partículas, teniendo en cuenta que el átomo consta en su mayor parte de espacio vacío y que las diminutas "partículas" que orbitan ese "vacío", son en realidad, paquetes de luz congelada. Es por esa razón que la materia se compone de campos de energía altamente complejos y organizados en una infinitud de planos diferentes. Si este sistema teórico, se aplica a los sistemas vivos, hallaremos que la matriz celular del cuerpo físico puede contemplarse como un complicado patrón energético de interferencia, interpenetrado por el campo bioenergético organizador; que no es otra cosa que el fantasma que rodea a cualquier organismo vivo y que retrata la ya famosa cámara Kirlian.
Además, si queremos inscribirnos desde el punto de vista de la atención de salud en el campo de un nuevo paradigma, debemos dar un paso más en la semiología y en la semiotecnia. Debemos con pupila abarcadora: a) adentrarnos en la valoración de la gigantesca contribución que puede ejercer la mente humana, b) no subestimar más al efecto placebo como un subproducto vergonzante del enfoque científico, c) aprovechar todo el caudal que reside en las profundidades de la personalidad del hombre sano para que no enferme y del enfermo para que sane, c) valorar no solamente aquellos aspectos que conforman lo que llamamos psiquismo en el hombre, sino su dimensión trascendente, transpersonal y espiritual, formando un solo haz de energía y de conciencia unitiva con el terapeuta y con el contexto.
Se ha comprobado, entre otras cosas, que la sola intención de curar, modifica las enzimas, los valores de hemoglobina y hasta los enlaces H-O en el agua. Toda intención humana que se traduce en conducta, es fruto de la acción de la mente sobre la materia. Creo realmente que todo este acervo novedoso que nos está aportando la ciencia contemporánea, contribuye en gran medida a ir superando aquellos viejos y estáticos esquemas de una ontología positivista y de un encuadre cartesiano-newtoniano, que bajo el manto de una pretendida "objetividad científica", escamotea la verdadera esencia procesal, ecológica, sistémica, comprehensiva y holística, de un universo que construimos a cada segundo.
-II-
Lic. Guillermo J. Ruíz Rodríguez
Psicólogo y Sociólogo
Profesor Titular y Especialista en Psicología de la Salud
Universidad Médica de La Habana
Facultad de
Medicina ¨Miguel Enríquez¨
La psicología como ciencia ha tenido un desarrollo no solamente ascendente, sino que ha contribuido a lo largo de este siglo, a enriquecer múltiples aspectos de la vida: la salud, la industria, el turismo, las comunicaciones, la educación, las relaciones interpersonales, etc. Desde que se separó definitivamente de la filosofía¸ ha sabido ganarse un espacio con sus leyes propias y su conjunto taxonómico y epistemológico de indudable valor en las circunstancias cotidianas del mundo occidental. Su pertinencia ha sido evidente tanto en países desarrollados como en los llamados en vías de desarrollo. Vocablos como ¨personalidad¨, ¨motivación¨, ¨aprendizaje¨¸ ¨estrés¨, ¨emociones¨ y ¨sentimientos¨, resultan familiares en este mundo cada vez más exacto, electrónico y automatizado. Sin embargo, las innumerables investigaciones científicas en torno a cualquiera de estos procesos, y de tantos otros correspondientes a la psicología tradicional, son incapaces de dar respuesta a interrogantes tales como ¿qué somos? ¿quiénes somos? ¿cuál es nuestra esencia? Más aún, no han podido desarrollar todo el potencial de crecimiento y bienestar psicológico que posee el ser humano, a pesar de las múltiples y sofisticadas técnicas que día a día surgen en el campo de la salud.
Hace unos 30 años aproximadamente, surgió un nuevo modelo: la psicología transpersonal, que intenta integrar todo ese mundo desconocido de lo que pudiéramos llamar la ¨espiritualidad humana¨ a la corriente principal de las disciplinas occidentales que se ocupan fundamentalmente de la conducta y de la llamada salud mental.
La psicología transpersonal intenta expandir el campo de la investigación psicológica para incluir circunstancias de la experiencia y del comportamiento humanos que se asocian con la salud y el bienestar, con una connotación cualitativamente nueva. Para lograrlo, se nutre tanto de la ciencia occidental como de la sabiduría oriental (taoísmo, budismo, hinduismo), con el afán de integrar los conocimientos provenientes de ambas fuentes en lo que respecta a la realización de las capacidades potenciales del hombre. Así, le interesa estudiar dimensiones tales como: la conciencia unitiva, las metanecesidades, las experiencias cumbre, el éxtasis, la experiencia mística, el ser, la esencia, la trascendencia del sí mismo, la autoconciencia del yo, las teorías y prácticas de la meditación, los caminos espirituales, la compasión y la experiencia transpersonal, entre otros.
El término transpersonal se acuñó para referirse a aquellos testimonios que refieren experiencias de una extensión de la identidad que va más allá de la individualidad y de la personalidad. Es por ello que la psicología transpersonal busca profundizar en la naturaleza esencial del ser.
Es difícil definir la psicología y la terapia transpersonales, pues las experiencias de este tipo constituyen otros estados de conciencia, o como algunos autores le llaman, ¨estados alterados de conciencia¨. Por otra parte, este modelo aún está en plena evolución, de ahí que la psicología transpersonal se interese por la expansión del campo de la investigación psicológica hasta incluír el estudio de los estados de salud y bienestar psicológicos de nivel óptimo, de carácter inefable o trascendente, donde la identidad personal puede ir más allá de los límites habituales del ego.
En la psicoterapia transpersonal se afirma la importancia de las modificaciones de la conciencia y la validez de la experiencia e identidad trascendentales. Estos efectos se pueden lograr mediante diversas disciplinas como la meditación, el yoga y la conciencia energética universal. Por tanto, todo parece indicar que tales experiencias representan un aspecto esencial de la naturaleza del hombre. Si estamos de acuerdo con esto, entonces debemos tomarlo en consideración en cualquier teoría psicológica que pretenda ofrecer un cuadro integral de la esencia humana.
Uno de los aspectos más importantes de la perspectiva transpersonal es que desborda el modelo tradicional, cimentado en la patología por un lado y reduciendo la naturaleza humana a la categoría de ¨máquinas pensantes¨. Por ejemplo, el conductismo insiste en el papel del reforzamiento que proviene del medio, sin interesarle ningún proceso intrapsíquico, o sea, la conducta es lo único válido. El psicoanálisis, por su parte, no contempla la posibilidad de estados de conciencia trascendentes, sino que los interpreta desde su propio punto de vista como ¨regresiones patológicas¨ de la personalidad (ego) a proporciones cuasi-psicóticas. Así, las experiencias místicas han sido interpretadas como ¨regresiones neuróticas¨ a la unión con el pecho materno y los estados de éxtasis como ¨neurosis narcisistas¨ o como una regresión a etapas intrauterinas. Posteriormente me referiré nuevamente a estos aspectos.
Sin embargo, no se pretende que la perspectiva transpersonal tenga que sustituír o dudar de la validez de los modelos anteriores, sino situarlos en el marco de un contexto expandido de la naturaleza humana. En la medida en que las psicologías tradicionales no han podido satisfacer su añorado propósito ultracientífico de penetrar en lo más hondo y profundo del hombre, hay quienes se han iniciado en la búsqueda interior de sí mismo siguiendo el mandato de Delfos. Para algunos, estas vivencias incluyen experiencias trascendentales que generalmente solo habían contemplado como acontecimientos espontáneos, excepcionales o de corta duración, o más raramente todavía, como un cambio gradual de la conciencia en sujetos que dedicaban una parte importante de su vida a prácticas contemplativas, meditativas o religiosas. De repente, lo que durante siglos les había parecido a los científicos occidentales como místico, arcaico, disparatado o absurdo, ahora parece trasmutarse en un hecho real. Inclusive, para algunos se convierte en un elemento central para su vida. ¿Qué sucedió? Que necesariamente el peso de la evidencia está obligando paulatinamente a comprender la validez e importancia de ciertas psicologías y de la cosmovisión no occidentales. Poco a poco se va comprendiendo que la capacidad para llegar a un estado trascendente es una posibilidad latente en todos nosotros, independientemente de como se quiera interpretar, si como fenómeno religioso o psicológico. Lo cierto es, que se ha podido demostrar a partir de procedimientos científicos como por ejemplo el biofeedback o biorretroalimentación, que procesos regidos por estructuras subcorticales, o sea en los que no interviene la voluntad, como son el ritmo cardíaco, la tensión arterial, la actividad gastrointestinal y la secreción hormonal entre otros, pueden ser modificados por medio de la meditación solamente, sin la intervención de ningún fármaco.
Pero lo curioso del asunto es que los yoguis han sostenido durante siglos que son capaces de hacer precisamente eso, habiendo sido descartadas tales afirmaciones como imposibles por la ciencia occidental, cuyas teorías, y la propia experiencia personal de sus respectivos científicos, rechazaban tal posibilidad. Y como contradictoriamente, circunstancias como éstas son una de las metas de las disciplinas no occidentales que trabajan con la conciencia, algunos de los que uno menos se imagina, se inician en tales prácticas, cada vez en número creciente. Muchos, que antes se burlaban y se reían, podemos verlos hoy sentados meditando, practicando yoga o interesados en textos que hasta entonces estaban reservados a los místicos orientales, a los iniciados o a algún ¨bicho raro¨ de Occidente. Uno se pregunta, ¿por qué será que a lo largo de la historia siempre ha sucedido que se descarta como falso o engañoso el desarrollar capacidades que van más allá de los límites reconocidos?
Increíblemente, la física cuántica y la teoría de la relatividad constituyen otros de los substratos de apoyo a la psicología transpersonal. En los últimos años, la imagen del mundo que nos presentan los físicos ha sufrido un cambio radical y de implicaciones tan tremendas, como para resquebrajar los cimientos mismos de lo que se reconoce como ¨ciencia constituida¨. La realidad que se descubre en el ámbito microscópico o subatómico es tan paradójica, que desafía toda la descripción de términos y teorías tradicionales; a tal punto, que pone en tela de juicio algunos de los supuestos fundamentales de la ciencia y de la filosofía de Occidente. Y si aplicamos el enfoque en sistema a esta aproximación, estaremos de acuerdo con el principio hermético ¨como es arriba, así es abajo¨, pues ¿quién puede negar que lo que vemos como ¨macro¨ en nuestra perspectiva cotidiana correspondiente a nuestro Sistema Solar, no pudiera ser simultáneamente ¨micro¨ o subatómico desde otra perspectiva cósmica-universal? La ¨verdad científica¨ a punto de partida de presupuestos cartesianos y newtonianos, válidos desde hace dos siglos, y que siguen pautando hoy en día lo que puede considerarse científico o no, necesita ahora del suplemento de modelos que reconozcan una realidad holística, indivisible, interconectada, dinámica y relativista, que no sólo es inseparable de la conciencia del observador, sino que inclusive es función de éste. Precisamente, uno de los hallazgos revolucionarios de los físicos cuánticos fue que la conciencia del investigador o su pensamiento, influía en el curso de sus experimentos. Bastaba media vez que simplemente pensaran que un electrón, por ejemplo, girara en una dirección¸ para que inmediatamente se produjera. Pero además, allí la dimensión temporal es otra. El tiempo deja de ser lineal, por lo que las ¨partículas-ondas¨ pueden moverse del futuro al pasado o viceversa, indistintamente. Por eso el físico inglés James Jean afirmaba: ¨El mundo va dejando de ser una gran maquinaria para convertirse en un gran pensamiento¨. O sea, se desdibuja la tradicional ¨objetividad¨ que separa lo observado del observador, se diluye aquel mundo compuesto por partes separadas, divisible, inalterable, no relativo, sólido y material, que existe en un espacio absoluto y que discurre de manera lineal. Pero lo más interesante es que los propios físicos cuánticos han sugerido que algunos de estos descubrimientos pueden ser considerados legítimamente como el redescubrimiento de una antigua sabiduría. Así, el físico atómico Niels Bohr, señala: ¨Buscando un paralelismo con la lección que nos ofrece la teoría atómica, debemos regresar hacia el tipo de problemas epistemológicos con que ya se vieron enfrentados pensadores como Buda y Lao- Tse, cuando trataban de armonizar la posición del ser humano como espectador y actor simultáneamente en el gran drama de la existencia¨.
Inclusive resulta difícil poder identificar quién está hablando, si un místico o un científico, cuando se refieren a estas circunstancias relacionadas con la conciencia.
Veamos estas dos citas referidas al espacio-tiempo:
1) ¨Al mirar a nuestro alrededor percibimos que (...) cada objeto se relaciona con cada uno de los demás (...) no sólo espacial, sino temporalmente (...) Como hecho de la experiencia pura, no hay espacio sin tiempo; ambos se interpenetran¨.
2) ¨La visión del espacio y el tiempo que me interesa presentar ha brotado en el terreno de la física experimental y en ello reside su fuerza. Es una visión radical. En lo sucesivo, el espacio solo y el tiempo solo están sentenciados a disolverse en meras sombras, y sólo alguna forma de unión entre los dos, mantendrá una realidad independiente¨.
La primera corresponde al maestro de budismo zen, Suzuki. La segunda al físico Hermann Minkowski, quien en 1908 ofreció por primera vez esta definición de espacio-tiempo.
En el campo de la psicología clínica, cualquier método de relajación profunda, así como la meditación¸ tienen como base precisamente el borramiento de la dimensión lineal del tiempo. Cuando uno está sumido, absorto en ese estado, que corresponde a la actividad eléctrica cerebral registrada como ondas alfa (de 6 a 10 ciclos por segundo), que son ondas lentas, desaparece la noción de tiempo lineal. La persona se constituye en una unidad indisuluble con el universo, cesa todo diálogo interno, se experimenta una sensación de paz indescriptible. Esa es la llamada trascedencia, conciencia cósmica, experiencia cumbre, éxtasis, etc., y que se caracteriza por:
a) Inefabilidad: la experiencia es de un poder tal y tan diferente de la
experiencia ordinaria que da la sensación de que desafía toda descripción.
b) Noética: existe una sensación incrementada de la claridad y de la
comprensión.
c) Percepción alterada del espacio y el tiempo.
d)
Apreciación de la naturaleza holística, unitiva e integrada del universo y de la
propia unidad con éste.
e) Intenso afecto positivo, incluyendo una sensación
de la perfección del universo.
Y justamente eso ha mostrado evidencia científica de contribuir a la normalización de ciertos procesos orgánicos, como la reducción de la cifra de triglicéridos en sangre, la disminución de la tensión arterial, analgesia, etc.
Por otra parte, durante decenios, la psicología clásica de occidente ha considerado a la vigilia como el estado de conciencia óptimo, por no decir el único válido y útil. Sin embargo, existen otras corrientes psicológicas que afirman la existencia de estados ¨superiores¨ de mayor adaptabilidad, así como que el espectro de estados potencialmente alcanzables es mucho más amplio de lo que uno pueda imaginar. Los modelos occidentales clásicos no dan crédito a tales afirmaciones. Así, el propio Freud en su introducción a ¨El Malestar de la Cultura¨, relata cómo en la carta que recibió de Romain Rolland, (discípulo del hindú Sri Ramakrishna) describía experimentar un sentimiento ¨sin límites ni ataduras¨ que consideraba como ¨la base fisiológica de gran parte de la sabiduría del misticismo¨. Freud llamó a este estado, ¨sentimiento oceánico¨ y admitiendo la incapacidad de experimentarlo, lo interpretó acorde a su propia visión del mundo, explicándolo como ¨la sensación de desamparo, que es la fuente del sentimiento religioso¨. Vuelvo a señalar que la vertiente opuesta, el conductismo, aferrándose a su paradigma centrado en lo observable, que es el comportamiento como única verdad concreta, desprecia todo tipo de sustrato interno como elemento sobre el cual actuar.
Es por ello que la psicología occidental contemporánea no ha podido consolidar una imagen sistemática de validez universal para explicar el comportamiento humano y aunque ha ofrecido valiosos aportes para el conocimiento del hombre, no ha podido desentrañar la quintaesencia de la conciencia humana. Nuestra psicología formal es el producto de la cultura, la sociedad y la historia intelectual de Europa y América, y por lo tanto, no es sino una de las tantas psicologías que han intentado explicar la realidad a lo largo de la historia. Si de verdad estamos interesados en otear el horizonte profundo e ignoto de la psiquis humana, no tenemos otra opción que conocer otros sistemas de psicología, pero no como rarezas para enjuiciarlas desde nuestro sesgado punto de vista; sino desde otro ángulo que posibilite alcanzar imágenes del hombre que posiblemente están obnubilados por nuestros propios enfoques psicológicos.
Probablemente uno de los valores de la obra del antropólogo Carlos Castaneda
(1969-72) radica en que el mismo narra los sufrimientos y desesperos que
padeció para superar su enfoque occidental de la realidad, así como sus
prejuicios profesionales, para terminar asimilando las sabias enseñanzas de su
maestro el chamán yaqui Don Juan, sin más recursos que la riqueza de sus propias
vivencias.
Podríamos preguntarnos, ¿llegaremos a una apertura similar para
alcanzar la sabiduría y la visión sui-géneris de la conciencia contenidas en las
psicologías orientales?
Aunque no nos demos cuenta, nuestra cultura sirve de referente empírico inconsciente para describir por medio del vocabulario técnico muchas experiencias interiores como procesos psicopatológicos. Basta media vez que dichas experiencias no estén en consonancia con la visión de la realidad en estado de vigilia para que se etiquete como idea delirante. Sin embargo, las culturas orientales se refieren a otros estados de conciencia como pasos o etapas del desarrollo espiritual, como circunstancias que hablan del enriquecimiento y de la extensión del alma.
Nuestra jerarquía de valores culturales, que ha magnificado la preponderancia del estado de vigilia y ha execrado la de los otros estados de conciencia (excepto la embriaguez alcohólica), ha ponderado su funcionalidad en lo que al llamado desarrollo económico se refiere. Sin embargo, esta misma cultura nos hace ver que otros estados de conciencia, son poco menos que ridículos o enfermizos. Es curioso observar como a la psicología contemporánea no le interesa el estudio de estados de conciencia tales como la ¨iluminación¨, por ejemplo. Sin embargo, los paradigmas de las psicologías tradicionales asiáticas son capaces de abarcar las principales categorías de la psicología contemporánea. Por ejemplo, Buda señala el sufrimiento como la primera noble verdad para el hombre. Freud hace exactamente igual, pero no concibe otra forma de superarlo que no sea derrotándolo. La psicología budista ofrece la opción de alterar los procesos de la conciencia, en este caso por medio de la meditación para ponerle fin. Ello no es más que la integración de un orden más elevado dentro del esquema evolutivo de la psicología contemporánea.
Estimados colegas, para terminar, solamente deseo parafrasear a Antoine de Saint Exupery en su magistral obra ¨El Pequeño Príncipe¨, cuando éste afirmó que ¨la esencia no se ve con los ojos ...¨
Bibliografía consultada:
Byrom, T., ¨The Dhammapada: The saying of the buddha¨, N.Y., Vintage, 1976
Alexander, F., ¨The psychoanalysis of elation¨, N.Y., Psychoanalytic
Quarterly, 1961
Maslow, A.H., ¨El Hombre Autorrealizado¨, Ed. Kairós,
Barcelona, 1973
Bohr, N., ¨Atomic Physics and Human Knowledge¨, New York,
John Wiley, 1958
Maslow, Capra, Grof, Wilber, Dass, Tart, Goleman y otros,
¨Más Allá del Ego¨, Edit. Kairós, 6ta. edición, Barcelona, 1994
Suzuki,
D.T., Prefacio a B.L. Suzuki, ¨Mahayana Buddhism¨, Londres, Allen and
Unwin, 1959, p.33
-III-
LA REDEFINICION DEL
ESPACIO-TIEMPO: ESENCIA DE LA TERAPIAS DE RELAJACION
(Conferencia pronunciada en la Facultad de Ciencias Médicas "Miguel Enríquez" en mayo de 1997)
Autor: Guillermo Ruiz
Rodríguez
Lic. en
Psicología y Lic. en Sociología
MSc en Psicología de la
Salud
Facultad de Ciencias
Médicas "Miguel Enríquez"
Universidad de Ciencias Médicas de La Habana
Profesor Titular de Psicología
Médica
Lo que una generación considera como la cumbre del saber, es a menudo
considerado como absurdo por lageneración siguiente, y lo que en un
siglo pasa por superstición,puede formar la base de la ciencia en el siglo
venidero.
Teofrasto Paracelso
La salud como la enfermedad, el nacimiento y la muerte, son acontecimientos que se vislumbran desde hace trescientos años como circunstancias enmarcadas dentro de un contexto temporal en que claramente se definen los límites de un pasado, un presente y un futuro.
Esto dota a la categoría TIEMPO de dos atributos generalmente aceptados: (1) que es lineal y (2) que existe fuera de nosotros.
El concepto del tiempo como algo que fluye, que corre; así como que tiene una existencia objetiva, esto es, independientemente de de los acontecimientos, ha sido refutado ampliamente a partir de los trabajos de Einstein y de Max Planck a principios de siglo.
Posteriormente, con los aportes hechos por físicos de la talla de Fritjof Capra y David Bohm; por mencionar solo a dos de ellos, practicamente nos sitúa en una posición en la que vemos que no solo influye en el cambio de enfoque de la medicina y la psicología, sino en el del universo en su conjunto.(1),(2).
El ejercicio de la medicina ha sido muy influenciado por el pensamiento cartesiano, el cual divide a la naturaleza en dos conjuntos independientes y separados: el de la mente y el de la materia. Concibe así al universo como una gigantesca maquinaria que funciona de acuerdo a leyes mecánicas. Se infiere por ende, que todo en el mundo material puede ser explicado a partir del movimiento y ajuste de sus elementos integrantes.
Esta visión mecanicista del mundo se extrapoló a los organismos vivientes. Tanto las plantas como los animales, por tanto, tambien se vislumbran, acorde al pensamiento cartesiano, como simples maquinarias. En el hombre, habitaba un alma racional, pero el cuerpo seguía siendo concebido como una máquina?animal.
Este marco teórico?conceptual terminó de perfeccionarse con la formulación matemática de Newton. El universo newtoniano, reservorio del conjunto de fenómenos físicos, es el espacio tridimensional de la clásica geometría euclidiana. Constituye un ESPACIO absoluto en el que tiene lugar todos los acontecimientos físicos. Estos fueron descritos en términos de otra dimensión absoluta: EL TIEMPO, separado del mundo material y discurriendo del pasado al presente al futuro. Lo que se mueve en este espacio absoluto y en ese tiempo absoluto, son partículas materiales; esto es, los componentes de toda la materia.
Así, el pensamiento científico que dominó desde la segunda mitad del siglo XVII hasta el final del siglo XIX, y pervive aún en nuestros días esel modelo newtoniano. El mismo tiñó a las ciencias naturales y sociales de un matiz mecanicista tomado de la física clásica, con el cual describió la realidad, generando sus respectivas teorías de acuerdo a ese modelo. Todo lo que no encaje en ese marco no se puede catalogar de científico.
Este abordaje, en su dimensión epistemológica, constituye el centro del pensamiento psicológico de occidente, no importa a la Escuela que represente o la corriente a la que se adscriba.
Hay conceptos actuales en la física moderna que plantean una relación
diferente del sujeto con la realidad: en pleno siglo XX hay autores que no
conciben al universo como una máquinaria hecha a partir de multiples objectos
separados, sino como un todo armonioso e indivisible,
como un conjunto de relaciones
dinámicas QUE
INCLUYEN AL OBSERVADOR Y A SU PROPIA CONCIENCIA.
Esta forma de aproximación a la realidad se asemeja a las concepciones filosóficas orientales, vigentes desde hace milenios y de las que sin duda se han tomado elementos rituales, aspectos de conducta, circunstancias perceptuales y posiciones corporales que coadyuvan al rescate del equilibrio dinámico en términos de contribuir a la salud del hombre. (Hatha yoga, Tai Shi Shuan, Gi Kon, Meditación Zen y otras).
La teoría de la relatividad de Einstein nos señala que no son los acontecimientos externos en sí mismos, sino sus impresiones sensoriales lo que nos proporciona con nuestro pensamiento conciente, cómo dichos acontecimientos tienen lugar en el tiempo. La luz se demora en viajar hasta nuestra pupila, de manera que es imposible percibir el momento exacto en que instantaneamente algo sucede en el universo.
La relatividad nos recuerda que no conocemos las cosas como son, sino que deben instalarse en nuestras impresiones sensoriales para la construcción de la "realidad". Así, al no constituir el espacio y el tiempo factores absolutos, se conectarían íntima e inseparablemente para formar el continuum cuatri?dimensional llamado espacio?tiempo.
El célebre astrónomo inglés A.S. Eddington expresa:
"olvidamos que los acontecimientos a lo largo del universo están simplemente localizados en nuestra propia secuencia espacio?tiempo. Esta confusión nos ha llevado a la idea de que los instantes de que somos conscientes se prolonguen para incluir acontecimientos externos y de manera universal. De esta forma entonces, se parte de la base de que el universo consiste de una sucesión de estados instantáneos".(3)
¿Cómo experimentamos el tiempo? Hablar del "sentido del tiempo" implica un órgano especial con el que sentimos el tiempo al igual que con el oído sentimos los sonidos o con los ojos vemos los colores. Dicho órgano jamás ha sido identificado. Sin embargo, se han formulado numerosas teorías biológicas y psicológicas para medirlo. Dichas teorías descansan generalmente en los ritmos circadianos, que siguen una periodicidad predecible como los latidos cardíacos, la excreción de potasio en la orina, la temperatura y otros. Se ha intentado mostrar que estos ciclos, susceptibles de ser ploteados cronometricamente, son los responsables de nuestra experiencia del tiempo. Sin embargo, se ha demostrado que ningún proceso fisiológico es responsable de nuestra experiencia del tiempo.
Por tanto, podemos usar la modificación del sentido del tiempo como una estrategia positiva en el proceso salud?enfermedad si tenemos en cuenta que se desconoce cómo concebir un tiempo "real", pues cualquier unidad básica de tiempo es arbitraria.
En segundo lugar, al no haberse descubierto ningún receptor sensorial para el tiempo, es absurdo decir que el paso del tiempo físico es el estímulo del tiempo percibido si desconocemos justamente qué es lo que se ha estimulado.
Cooper y Aygen han mostrado que si se enseña a meditar, método de por sí fácil para "ajustar" el sentido del tiempo hacia el otro extremo del espectro experiencial de los sujetos con personalidad tipo A, disminuye el nivel de colesterol en sangre en por lo menos un 20% como promedio. Resultados semejantes se han logrado con respecto a la tensión arterial, las frecuencias cardiacas y respiratorias, así como en niveles de insulina, hidrocortisona, adrenalina y norepinefrina en sangre.(4)
Meditando o aproximándonos a los estados de conciencia peculiares al biofeedback, la terapia autogénica y otras técnicas que emplean relajación profunda, nos familiarizamos con este nuevo sentido del tiempo. Empezamos a experimentarlo de una forma nueva. Sin darnos cuenta, en ese estado se borra la linealidad e la percepción del tiempo. Se nos hace más comprensible entonces el por qué los místicos hablan de un "tiempo eterno", de un "perpetuo ahora" o de un "nirvana" situado más allá de toda aferentación mundana.
En la práctica, cualquier recurso o técnica que expanda el sentido del tiempo puede ser usado como recurso analgésico, atenuador o supresor de síntomas.
Cassem y Hackett publicaron sus observaciones de una serie de pacientes de la unidad de cuidados coronarios por infarto agudo del miocardio:
" Aquellos pacientes que estaban evidentemente ansiosos y muy preocupados, sobrevivieron en un número menor. La conciencia del tiempo, parece representar un riesgo incrementado de morir en la fase aguda posterior al ataque cardiaco. ¿Por qué? En una situación semejante, una actitud realista ante el tiempodemanda la posibilidad de que el tiempo se acaba. La confrontacióncon la muerte para la mayoría denosotros genera momentaneamente o dilatadamente, miedo, el cual provoca reacciones somáticas. La secreción adrenalínica hace subir la tensión y más aún, hay conexiones nerviosas directas del area hipotalámica cerebral al corazón; y el hipotálamocuando es estimulado, puede producir un tipo de inestabilidad eléctrica en el corazón. Puede disminuir el "umbral fibrilatorio" en el músculo cardiaco, que puede llevar a la muerte. El incremento del ritmo cardiaco y de la tensión arterial requiere que el corazón trabaje más. Por tanto, requiere más oxígeno. Como éste no puede ser suministrado, ello causa el ataque en primer lugar y la ansiedad relacionada con el tiempo puede matar.(5)
Hay autores que postulan que la noción de que el tiempo fluye en una sola dirección es una propiedad de nuestra conciencia que no puede ser demostrada en el mundo natural. Es un fenómeno subjetivo. Davies expresa:
"Mejor que percibir el mundo como un fenómeno total, el matemático alemán Herman Weyl postula que el mundo no acontece, sino que simplemente es".(6)
Con respecto al cáncer, existe una relación entre la percepción del tiempo y lo que nos queda de vida. El pánico es lo más frecuente y en este estado, el tiempo se sobrevalora. Se mezclan una exagerada sensación del presente con la anticipación del futuro y la expectativa de la muerte. De esta manera, el paciente puede centrarse totalmente sobre sí mismo, imposibilitándolo a que exteriorice acción alguna. Como la imagen del tiempo inmediato se convierte en la totalidad, se induce una modalidad de afrontamiento a la muerte en la cual, realmente se muere muy rapidamente.
Como norma, la medicina alopática se centra casi exclusivamente en el organismo, en lo que se debe comer, en la eritro, en la hemoglobina, etc., etc., ( no impugno esta aproximación), mas ésto es solamente un aspecto de la realidad total que incluye al "tiempo" como factor fundamental y cómo emplearlo. Métodos como la relajación, la meditación, el biofeedback, la visualización, la imaginación, han surgido como circunstancias muy efectivas para modificar el sentido del tiempo en los enfermos, enmarcándolo en una dimensión totalizadora u holística en que se borra la ilusión de nuestra separación con el universo". Cuando se llega a cualquiera de esos estados alterados de conciencia expresados anteriormente, el individuo "se vuelve UNO con el universo" y esa sola sensación ya de por sí influye muy positivamente en la salud, en muchas ocasiones en circunstancias que son susceptibles de ser medidas, cuantificadas, en cambios tisulares y transformaciones orgánicas.
Cabe preguntarnos entonces: ¿Cómo es posible? ¿De qué forma la concentración mental puede modificar una estructura material? ¿No ha sido minusvalorado el role de la actividad mental consciente en la evolución de la salud y la enfermedad?
Por último, ¿estamos asistiendo a una fusión desarrolladora entre el pensamiento oriental y el occidental en lo que a psicología se refiere en el terreno del proceso salud?enfermedad?
Para finalizar, reseñemos lo postulado por Willis Harman del Stanford Research Institute de la American Association for the Advancement of Science en un simposio en 1979, titulado El Role de la Conciencia en el Mundo Físico": (7)
1.- la mente es espacialmente extensible
2.- la mente es temporalmente extensible
3.- en última instancia la mente predomina sobre lo
físico
4.- las mentes están asociadas, ensambladas,
unidas
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:
(1) Fritjof Capra,"The Tao of Physics", Boulder:Shambala Publ., 1975.
(2) David Bohm, "Wholeness and Implicate Order", London: Routledge and
Kegan Paul, 1980)
(3) Larry Dossey, "Time, Space and Medicine",
Shambhala Publications Inc., 1982, p. 123
(4) A.S. Eddington, "The
Mathematical Theory of Relativity", Cambridge: Cambridge Univ. Press, 1957,
pp.23?25
(5) Cassem y Hackett, "The Coronary Care Unit: An Appraisal or
its Psychological Hazards", New England
Journal of Medicine, 279:1365, 1968
(6) P.C.W.
Davies, "Space and Time in the Modern Universe",
Cambridge Univ. Press, 1977, p.221)
(7) Larry Dossey, Ibid. p. 271
IV
Guillermo J. Ruiz
Rodríguez
Psicólogo y Sociólogo
Especialista en Psicología de la
Salud
Profesor
Titular de Psicología Médica
Universidad Médica de La
Habana
Cuando hace apenas unos 33 años,
un reducido grupo de psicólogos recién graduados sentamos las bases
teórico-prácticas de la Psicología de la Salud en nuestro país y en el mundo (y
no exagero, pues en 1968 se hizo público en nuestro medio el primer documento
teórico y de trabajo, y en 1972 celebrábamos el Primer Encuentro Provincial de
Psicología de la Salud, justo cuando Mattarazo hiciera su primera publicación)
recuerdo que entre el asombro y la incredulidad, eran seis las manifestaciones
que sobresalían:
- admiración por aquella novedosa puesta en
escena
-
admiración por lo inesperado
- admiración por el aporte que significaba
para el abordaje del proceso salud-enfermedad
- admiración porque unos jovencitos
profesionales lanzaban una especie de quimera
- admiración porque la
psicología era un artículo de lujo incapaz de poder integrarse a los entonces
Programas de Salud del Policlínico Integral con un marcado peso
biologicista
-
admiración de unos pocos porque auguraban con lástima el fracaso de lo que
consideraban un objetivo “impracticable”.
Hoy, a las puertas del siglo XXI, la Psicología de la Salud cosecha el resultado de aquellas semillas que cayeron en tierra fértil, abonadas por la legítima transformación social de un país que decididamente abrazó el camino del desarrollo verdadero, regadas con el esfuerzo, la dedicación y el talento creativo de nuestra masa de psicólogos, que ya suman miles.
Pero si bien todo esto es una hermosa realidad, no menos cierto también es que el desarrollo de la psicología tiene que penetrar aún más profundamente en los estratos desconocidos del hombre y del universo. Como advisorara Maslow: “nacerá la cuarta psicología: la psicología cósmica”. El camino conductista que obnubiló por casi 40 años al resto de las escuelas psicológicas, se agotó y el positivismo lógico que le servía de marco epistemológico, comenzó a zozobrar ante una nueva variable: el experimentador, invisible hasta ese momento para los modelos llamados “científicos”. El nuevo cariz que tomó la ciencia a partir de esa crisis, recuperó el aspecto pragmático de la investigación, pasando los aspectos lógicos a un segundo plano. De entonces en adelante, cualquier intento de construcción teórica tenía que tomar en consideración tanto el propio proceso de la investigación como el conjunto de creencias y convicciones del científico.
De la crisis del conductismo surgieron dos alternativas: una, la psicología cognitiva, que recuperó la mente como objeto de estudio en detrimento de la conducta, aunque desmembrada de los llamados “procesos superiores”. Su modelo teórico basado en la analogía mente-ordenador se desentiende de los aspectos fenomenológico-experienciales y subjetivo-autorreferenciales. La otra, la psicología humanista, que más que por construir teorías omniexplicativas que se apoyaran en certezas cuantitativas, se interesó por lo experiencial y lo subjetivo para buscar la efectividad y el beneficio de las personas. La conjunción de ambas es lo que los científicos contemporáneos admiten como el gran problema actual, o sea, la comprensión de la naturaleza de la experiencia consciente.
La psicología transpersonal se encuentra en un punto equidistante de la controversia teórica, ya que su quehacer fundamental es el precisar los límites y variedades de la experiencia consciente, conservando la herencia experiencial de todo lo estudiado del potencial humano, pero trascendiendo los límites de una lógica del individuo, que en lugar de considerarlo el centro del problema, lo sume en una trama sistémico-ecológica de la cual constituye un elemento más de la realidad. Esto me hace recordar a Ptolomeo, que situaba a la Tierra como el Centro del universo, alrededor del cual giraban los planetas. Así es la epistemología del enfoque newtoniano: sitúa al hombre en el Centro del universo, cuando en verdad no es sino un elemento más dentro del contexto.
La psicología transpersonal apunta, por ende, a la expansión del campo de la investigación psicológica, para incluir dimensiones de la experiencia y el comportamiento humano que se asocian con la salud y el bienestar, llevados a estadíos nunca antes considerados por la epistemología positivista.
Para conseguirlo, se nutre tanto de la ciencia occidental, fundamentalmente en los aportes de la física cuántica y la relatividad einsteniana, como de la sabiduría oriental. De esa manera, integra los conocimientos que aportan ambas tradiciones para conocer las potencialidades del hombre.
Se adoptó el término transpersonal (que significa MAS ALLÁ DEL SER) para referirse a los informes de personas que practican diversas disciplinas que se relacionan especificamente con la conciencia y que refieren vivencias en las que la identidad (ego) va más allá de la individualidad y de la personalidad. Así, la psicología transpersonal considera a esta última como un aspecto más de nuestra naturaleza psicológica. El enfoque transpersonal sería más bien, la penetración en la naturaleza esencial del ser. En ese sentido, se hace difícil definir la psicología y la terapia transpersonales, debido a que estas son esencialmente el acceso a otros niveles de conciencia. Aquí se pueden abordar también los problemas de la interdependencia de dichos estados o niveles y la comunicación entre ellos. TRANS denota no tan sólo “más allá”, como en transcendental, sino también A TRAVÉS, como en transferencia. Implica por ende, transformación.
No obstante, podemos decir que la psicología transpersonal se interesa por la expansión del campo de la investigación psicológica hasta incluir el estudio de los estados de salud y bienestar psicológicos de nivel óptimo. Abarca asimismo los campos tradicionales, a los que se agrega el interés por facilitar el crecimiento y la toma de conciencia más allá de los niveles de salud comúnmente reconocidos.
En ella se afirman la importancia de las modificaciones de la conciencia, la validez de la experiencia y la identidad trascendentales. Existe suficiente investigación empírica tanto en animales como en seres humanos, que las han fundamentado y legitimado. Por ejemplo, el biofeedback ha demostrado la posibilidad del control voluntario de funciones del sistema nervioso autónomo y del cuerpo, que durante mucho tiempo fueron considerados automáticos, tales como el ritmo cardiaco, la tensión arterial, la actividad gastrointestinal y la secreción hormonal. Lo curioso del caso es que los yoguis venían afirmando durante siglos que eran capaces de hacer eso, pero los científicos occidentales refutaban con decenas de diatribas, que era imposible y por tanto, anticientífico. A lo largo de la historia ha sido un lugar común que las pretensiones de tener capacidades que vayan más allá de los límites reconocidos tiendan a ser descartadas por pseudocientíficas.
Otra fuente que aporta elementos de apoyo al nuevo punto de vista, es el de la física moderna que ha trazado una imagen del mundo radicalmente diferente del paradigma cartesiano-newtoniano y ha evidenciado implicaciones tan amplias que estremecen los cimientos mismos de la llamada “ciencia constituida”. Este nuevo enfoque revela una realidad tan paradójica, especialmente en el nivel subatómico, que desafía todas las teorías y supuestos fundamentales en los que se apoya la ciencia, o sea, los conceptos filosóficos griegos que describen el universo como atomista, divisible y estático. Estas descripciones necesitan ahora del suplemento de modelos que reconozcan una realidad holística, indivisible, interconectada, dinámica y relativista, que no solamente es inseparable de la conciencia del observador, sino que además es función de esta, como expresa Fritjof Capra en su libro “Física Moderna y Misticismo Oriental”.
Los trabajos de Einstein, Max Planck y los físicos modernos hacen evidente la existencia de dimensiones ajenas al tiempo y al espacio, de antimateria e inclusive de antiuniverso. Por otro lado, los viajes al espacio sideral permiten imaginar mejor lo que puede ser el lugar del ser humano en el cosmos.
Esta gran aldea en la que se ha convertido el mundo nos permite conocer las numerosas observaciones de las modificaciones somáticas y en particular bioeléctricas que experimentan los grandes místicos en estado de éxtasis. En psicoterapia se ha observado el efecto terapéutico de ciertos tipos de vivencias que Maslow denomina “experiencias cumbre”, a las que siguen modificaciones del sistema de valores. Y todo esto no es más que el borramiento de la dimensión lineal del tiempo.
Diversos autores le han conferido las siguientes características a estas experiencias:
Carácter inefable: la experiencia
que no se puede describir con el lenguaje usual.
Trascendencia del espacio y del tiempo:
cuando se está en otra dimensión, el tiempo ya no existe y el espacio
tridimensional desaparece.
Sentimiento de lo sagrado: vivencia de que se
está produciendo algo grande y digno de sumo respeto.
No Dualidad: desaparición de la
percepción dualista yo-mundo o sujeto-objeto.
Cambio del sistema de valores y del
comportamiento: cambio que tiende a los valores B de Maslow (belleza, bondad,
verdad), progresivo desapego de los bienes materiales, visión de una luz y en
ocasiones desarrollo de características parapsicológicas.
Certeza de realidad: le
confieren una certidumbre absoluta de que lo vivido es real, a menudo inclusive
mucho más real que lo vivido de ordinario en la cotidianidad.
Desaparición del miedo a la
muerte: se percibe la vida como eterna, aún cuando la existencia física es
transitoria.
Las hipótesis con respecto a tales estados de conciencia ya fueron enunciadas por psicoanalistas freudianos, quienes las denominan “experiencia oceánica”. Por otro lado, las pruebas de la existencia de memoria celular (ADN. ARN) y de la continuidad entre vida orgánica e inorgánica, llevan a situar esta dimensión en el nivel de la potencialidad de la energía.
Los estudios realizados con hipnosis también tratan de comparar estados hipnóticos con la experiencia cósmica, aunque todo indique igualmente que estos estados se hallan más allá del nivel que corresponde al sueño profundo.
Pero la psicología transpersonal plantea muchos otros cuestionamientos que hoy son fundamentales para la humanidad. Por ejemplo, ¿se puede definir qué es una percepción normal? Pero más aún, ¿qué quiere decir normal? porque el concepto de normalidad cambia de una sociedad a otra y de una época a otra.
La psicología transpersonal también cuestiona la absolutización de la validez en la percepción basada solamente en los cinco sentidos y en nuestro racionalismo cartesiano, resultados uno y otro de automatismos y condicionamientos desarrollados por medio de esos mismos cinco sentidos.
En vigilia, los niveles de realidad son los que conocemos. En estado de sueño o de meditación el aullido de un perro puede transformarse en una sirena o bien puede significar mensajes referidos a una enfermedad que nos afecta o comunicaciones telepáticas de quienes piensan en nosotros en ese momento.
En vigilia, el mundo se percibe sólido, líquido y gaseoso. Pero no solo eso, sino que estamos persuadidos de que esa es la percepción verdadera de la realidad externa.
El sentido común nos dice que la Tierra es plana y estática, que las cosas tienen color, textura, forma y solidez. Nada de eso es la naturaleza intrínseca del objeto que percibimos sino de quien está percibiendo al objeto y del sistema nervioso, que es el instrumento que empleamos para percibir el mundo, y que además, cometemos el error de creer que nosotros somos ese instrumento.
Esto es válido no solamente para el sistema nervioso sino para todas las especies. La abeja, por ejemplo, no tiene nuestros receptores que perciben las ondas de luz. Ellas son sensibles a la radiación ultravioleta, por lo tanto cuando una abeja ve una flor, no es la misma flor que vemos nosotros. Pero es que esa misma flor aparecerá como radiación infrarroja a una serpiente. Y un murciélago la percibirá como un eco de ultrasonido, que no significa nada para nosotros. Y el ojo del camaleón, que se mueve en dos ejes diferentes, percibe las cosas totalmente diferentes. Entonces podemos preguntarnos legítimamente: ¿CUÁL ES LA VERDADERA FORMA, TEXTURA Y FRAGANCIA DEL MUNDO? La respuesta es que depende de quién esté mirando y la clase de instrumentos que esté usando. De manera que esos instrumentos son para percibir la experiencia y no deben ser confundidos con la persona.
Las mismas fronteras de la psicología se desdibujan ante la irrupción de la psicología transpersonal cuando sujeto y objeto se confunden en una sola realidad, cuando uno se sumerge en el océano de protones, neutrones, etc. O cuando a partir de los descubrimientos de Sperry, no solo la racionalidad del hemisferio izquierdo es la que puede explicar los procesos de conocimiento.
Pero no hay que ir muy lejos. En 1972, Carl Rogers planteaba: “Acaso veamos en la próxima generación, psicólogos más jóvenes llenos de esperanza, libre de defensas y resistencias universitarias, que se atrevan a buscar una vía lícita que ya no quede circunscrita a los cinco sentidos, una realidad en que pasado, presente y futuro son uno, donde el espacio no sea un obstáculo y donde el tiempo se esfume; una realidad que no pueda percibirse ni conocerse a menos que se esté pasivamente receptivo en lugar de activamente ocupado en conocerla. Es uno de los más fabulosos desafíos planteados a la psicología”.
San Juan de la Cruz en su “Cántico Espiritual y Poesías” nos da una idea de la experiencia transpersonal cuando escribió:
Estaba tan embebido, -tan absorto y ajenado, -que se quedó mi sentido –de todo sentir privado, -y el espíritu dotado –de un entender no entendiendo ...toda ciencia trascendiendo
El que allí llega de vero –de si mismo desfallece; -cuanto sabía primero –mucho baxo le parece; -y su sciencia tanto crece, -que se queda no sabiendo, ...toda sciencia trascendiendo
Ese saber no sabiendo -es de tan alto poder, -que los sabios, arguyendo, -jamás le pueden vencer; -que no llega su saber –a no entender entendiendo, ...toda sciencia trascendiendo
Se puede poner de ejemplo a Poincaré, al que las fórmulas matemáticas llegaron de repente a su conciencia no precisamente en su mesa de trabajo, sino cuando dormía; o Einstein, quien afirmaba que la inteligencia no es el único instrumento del que dispone el ser humano para hacer descubrimientos ya que la teoría de la relatividad la intuyó mucho tiempo antes de que pudiera demostrarla matemáticamente.
Ese hombre universal que fue y es nuestro José Martí expresó previsoramente en 1875:
“Las ciencias confirman lo que el espíritu posee: la analogía de todas las fuerzas de la naturaleza, la semejanza de todos los seres vivos, la igualdad de la composición de todos los elementos del Universo, la soberanía del hombre ...el espíritu presiente, las ciencias ratifican. El espíritu, sumergido en lo abstracto ve el conjunto; la ciencia, insecteando en lo concreto no ve más que el detalle...” (Revista Universal de México, 21/9/1875)
En 1882 señaló:
“El alma ha de estudiarse como el cuerpo: sólo que el cuerpo es fácil de estudiar, porque no hay más que tenderlo sobre una mesa de anatomía; y para ver el alma, hay que ahondar más, y mirar con ojos superiores: por lo que ...los que no son capaces de este modo de mirar, niegan que haya que ver, y desconocen el espíritu que no saben analizar...” (Obras Completas, t.23, p.212)
En 1883, afirmó:
“La ciencia del espíritu, menos perfeccionada que las demás por estar formada de leyes más ocultas y hechos menos visibles, ha de construirse sobre el descubrimiento, clasificación y codificación de los hechos espirituales” (O.C. t.8, p.347)
Hoy, en los umbrales del siglo XXI, asistimos a una revolución del tipo de la que Thomas Kuhn llamó “cambio de paradigma”. La teoría cuántica abolió la noción de objetos fundamentalmente separados. Ha introducido el concepto de participante para sustituir el de observador y ha llegado a ver al universo como una telaraña de relaciones interconectadas cuyas partes sólo se definen en función de sus conexiones con el todo. La teoría de la relatividad ha revelado su carácter intrínsecamente dinámico al demostrar que la actividad de la red cósmica es la esencia misma de su ser. Por tanto, las propiedades de un objeto no pueden ser definidas independientemente de los procesos; porque en el momento mismo en que se pretenda hacer alguna medición, justo en ese instante cambian las propiedades del objeto. Como la microfísica, que nos muestra experimentalmente que una partícula es al mismo tiempo una onda; significa que continuidad implica discontinuidad, y la identidad, la no identidad, que lo homogéneo implica lo heterogéneo y que dos cosas diferentes son al mismo tiempo semejantes. Esto lo veremos enseguida en las leyes de la energía expuestas por Stephane Lupasco.
Mientras Von Bertalanffy define un sistema como un conjunto de elementos, Stephane Lupasco en su libro “Energía y materia psíquica” lo expresa como un conjunto de sucesos. Dicho en otras palabras: todo sistema está hecho de energía, y si se conocen las leyes de la energía, se conocen igualmente aquellas que rigen todos los sistemas físicos, biológicos e incluso los psicológicos y psíquicos.
Es lógico que haga falta un poco más de tiempo para que las ideas de Lupasco se asienten oficialmente en la academia, si recordamos que todo nuestro pensamiento está impregnado y convencido de que las operaciones lógicas abstractas se construyen solamente a partir de las concretas y sensomotoras, procedentes de modelos del mundo exterior y que se perciben tan sólo a escala de nuestros cinco sentidos. Es posible que haya que desarrollar un nuevo método educativo sobre la base de una nueva cosmopsicología, ya que existe correspondencia entre las descripciones de la experiencia en estado transpersonal y las conclusiones de la física cuántica.
El esquema newtoniano-cartesiano, mecanicista y fragmentario va siendo enriquecido cada día más por un paradigma holístico conforme al cual las partes se encuentran en relación paradójica entre si, contienen el todo y cuyo espacio carece de fronteras.
La lógica cuántica posee una lógica interna diferente de la macrofísica, que recuerda muy bien las paradojas de la experiencia transpersonal. Muchas de las personas que han alcanzado este nivel o estado de conciencia, refieren una relación paradojal entre el todo y las partes. No solamente las partes se encuentran en el todo, algo que es evidente, sino que el todo se encuentra en las partes. Esto pone de manifiesto por primera vez en la historia la coincidencia de un estado de conciencia con un hallazgo físico (la imagen holográfica). David Bohm ha aplicado esta propiedad al universo, enunciando así una teoría holográfica del mismo y el neurobiólogo Karl Pribram ha hecho otro tanto con el cerebro.
Más aún, las partículas subatómicas guardan entre si una relación contradictoria que permite afirmar que cada partícula es al mismo tiempo todas las demás partículas. O sea, que ni siquiera existe comunicación entre ellas, pues su relación no parece ser de naturaleza causal. Esta es la premisa teórico-conceptual de los microsistemas que se emplean en acupuntura y digitopresión en la oreja, la palma de la mano, la planta de los pies, etc.
Esto también se puede relacionar con el carácter en apariencia instantáneo de la telepatía, y con los testimonios referentes al estado transpersonal, y tantos otros fenómenos llamados "paranormales” que el cientificismo psicológico y psiquiátrico de hoy etiquetan como patologías o desviaciones de la normalidad.
Pareja circunstancia puede aplicarse a la teoría de los estados morfogenéticos del autor Rupert Sheldrake relatada en su libro sobre la experiencia del “centésimo mono”. En ella relata cómo en una isla del Pacífico habitada solamente por simios, cuando en un proceso experimental de aprendizaje, el mono número 100 incorporó la nueva conducta, inmediatamente el resto lo hizo. Pero lo curioso fue, que los simios de las islas adyacentes, con las que no había comunicación, también adoptaron ese patrón conductual.
Así vemos que de hecho no existe frontera alguna en el espacio, en esa vacuidad paradójicamente no vacía de la que todo está compuesto, de donde todo proviene y que lo contiene todo. Y como cada ser humano es asimismo este conjunto, un microcosmos que es réplica del macrocosmos, de acuerdo a la tradición milenaria, resulta entonces que no tiene fronteras. Son sus percepciones quienes las crean y que dicho sea de paso, le son necesarias para vivir. Por tanto, son convenciones, conceptos, pensamientos reforzados por el consenso social. Pero en realidad, el espacio carece de fronteras.
Todo sistema es al fin y al cabo, un conjunto de sucesos energéticos ligados entre si por una relación que le es propia a su naturaleza y a su mecanismo. Dicho de otra forma, todo sistema está constituido por energía y puede llegar a afirmarse que no hay energía sin sistema. De manera que puede decirse que tanto el átomo como el tejido, la persona o el concepto, están constituídos por energía e información. Este hecho ha adquirido veracidad científica a partir de la fórmula archiconocida de Einstein en que demostró que materia y energía son estados intercambiables.
Si se conocen las leyes fundamentales de la energía, se conocen también las leyes que rigen los sistemas, ya que todo sistema es un conjunto de coyunturas energéticas. Estas leyes son contrarias a las de la lógica formal, que se apoya en tres principios:
a) dos contradicciones se anulan
y por tanto son imposibles
b) no hay términos medios entre A y no A,
entre sí y no, entre ser y no ser
c) si A implica A no puede implicar al mismo
tiempo no-A.
No solamente la física demuestra progresivamente que nuestros cinco sentidos no nos proporcionan el conocimiento de toda la realidad, limitando nuestra percepción, sino que va más allá. Después de Max Planck y Einstein, se ha podido comenzar a demostrar que ni siquiera está justificada la lógica inmanente de las investigaciones científicas contemporáneas. Y ahora expongo lo que anteriormente enuncié. Para Lupasco un sistema está condicionado por tres afirmaciones axiomáticas:
1) UNA RELACIÓN DE ANTAGONISMO, o
sea, todo sistema es función de dos fuerzas antagónicas vinculadas una a otra; o
sea, si dos componentes o más se atraen sin que una fuerza contraria los aparte,
se convierten en un agregado único y por tanto no es posible ningún
sistema
2) LA
RELACIÓN DE CONTRADICCIÓN, o sea, que lo propio de todo sistema es la presencia
simultánea de homogeneización o capacidad de entropía y de heterogeneización,
negantropía o entropía negativa; sin que ninguno de ambos movimientos contrarios
llegue a realizarse totalmente, justamente a causa de la existencia en su propio
sistema del movimiento opuesto
3) EL PRINCIPIO DE ANTAGONISMO. Para que la
energía se manifieste es preciso que pase de un estado de potencialialización a
uno de realización. Sin ello todo sería estático y no habría ni cambio ni
sistema. Así puede decirse que toda energía tiene otra antagonista, de modo que
una se realiza cuando la otra se potencializa y viceversa.
Lupasco va más lejos en su sistemología y demuestra que el antagonismo engendra lo que llama las tres materias, y que estas se corresponden con tres grupos de sistemas: EL SISTEMA FÍSICO, en el que se realiza la homogeneización y se potencializa la heterogeneización; EL SISTEMA BIOLÓGICO, en el que se realiza la heterogeneización y se potencializa la homogeneización y EL SISTEMA PSÍQUICO, en apariencia idéntico al de la microfísica, caracterizado por un equilibrio antagónico de semirrealización y semipotencialización. (Weil P. “Los Límites del Ser Humano”)
Pero, ¿lo que se vive de la realidad es función del estado de conciencia? Volvamos aquí a la dialéctica de Hegel, de Marx y de Engels. Si el hecho mental, tal como lo considera la psicología académica tradicional está caracterizado por la dualidad, si la propia mente está diseñada para separar, dividir, abstraer, comparar, juzgar y generalizar; ¿cómo aprehender la realidad mediante una mente que forma parte de la realidad misma? ¿ puede acaso una mano asirse a si misma o un cuchillo autocortarse?
Podríamos preguntarnos entonces, ¿existe en el ser humano otra función cognoscitiva suficientemente vasta para permitirle percibir al mismo tiempo potencia y acto, lo homogéneo y lo heterogéneo, una que pudiera ser la energía percibiéndose a sí misma y superar de esta forma la dualidad yo, no-yo? Lo primero que tenemos que afirmar es que la función mental es muy importante y no se trata en absoluto de anatematizarla. Es más, resulta indispensable para poder conducirnos en nuestra vida cotidiana. No obstante, a la hora de comprender la realidad no sobrepasa los mismos límites en los que está contenida la física newtoniana y la dualidad cartesiana.
Para abordar este nuevo paradigma, es necesario tener como sustento algunos conceptos de la física moderna, tal como se ha expresado antes. Hay que atender con cuidado todo lo que se refiere a la noción de espacio y tiempo, y sobre todo a una vivencia en el curso de la cual yo y el mundo dejen de percibirse como separados para constituir un conjunto de luz o de energía. Después de haber VIVIDO una experiencia de ese tipo, después de haber experimentado el éxtasis de la contemplación en una sistematización meditativa profunda, el sistema de valores se transforma sustancialmente; quienes lo han experimentado han perdido por lo general el miedo a la muerte, porque se transformó su propio esquema cognoscitivo. Han captado una nueva naturaleza del ser. Es más, cambia el propio concepto de salud y de enfermedad, cambia la imagen de la vida, del nacimiento, de la promoción, de la prevención, etc. En el libro del recién fallecido Stephen Hawking “Breve Historia del Tiempo”, el autor expresa “Vivimos en un universo que no tiene principio en el tiempo, que no tiene fin en el tiempo, que no tiene bordes en el espacio”. ¿Podemos siquiera imaginar tal cosa? Porque si pensamos que es posible que hubiese un comienzo, de inmediato nos preguntaríamos ¿y antes del comienzo qué había? Si pensamos que existe un final ¿...qué hay después del final? La física cuántica tiene como principio básico que la naturaleza esencial del mundo material no es material, que un átomo no es una entidad sólida sino una jerarquía de estados de información y energía en un enorme vacío y que la materia esencial del universo no es esa “materia” a la que nos referimos cotidianamente. Pero lo que los científicos han descubierto es que además es pensante y no solamente eso, sino que es justamente lo que somos todos nosotros en nuestro estado esencial. Y esa ha sido la afirmación de todas las tradiciones milenarias: precisamente que más allá de la mente y del cuerpo, más allá del pensamiento, está el pensador. Más allá de la idea está algo o alguien que genera la idea. Y a eso se le ha llamado de múltiples maneras: elan vital, alma, espíritu.
Hace 25 años los científicos descubrieron que cada vez que uno tiene un pensamiento o experimenta una emoción, un sentimiento o un deseo, el cerebro convierte ese impulso no material en una molécula mensajera: el neuropéptido. Y esa es la manera en que las células del cerebro se comunican entre ellas, independientemente que usted hable en español o en chino. Ese es el lenguaje de las moléculas en el que se transforman los pensamientos. Pero los neuropéptidos también están en los órganos, en la sangre, en los huesos y en el sistema inmunológico. Ellos también tienen pensamientos, tienen memoria, toman decisiones, tienen intelecto. Cuando uno dice: “Eso lo llevo profundamente en mi corazón,” no es una metáfora, estamos hablando linealmente porque el corazón produce los mismos productos químicos que el cerebro cuando está pensando. Es más, podemos confiar más en él, porque no ha aprendido a mentir todavía. Entonces, ¿qué es lo que se está descubriendo?, que el cuerpo es en realidad una mente. O dicho en otras palabras: que el cuerpo es la experiencia objetiva de la conciencia y la mente es la experiencia subjetiva de esta última. Hay un estudio publicado por la Universidad de Stanford, en el que unos científicos le dieron choques eléctricos a un grupo de ratones. Al poco rato, los sacaron del cuarto y trajeron otros ratones, que tan pronto entraron, les invadió el pánico. La concepción mecanicista newtoniano-cartesiana nos ha condicionado a pensar que la realidad existe ajena a nosotros. Pero no es así exactamente. El universo “no existe allá afuera”. El cuerpo no existe allá afuera, existe en la conciencia.
El Dr. Herbert Spencer, un científico del Instituto Nacional de la Salud en EE.UU., hizo un experimento donde tomó un grupo experimental de ratones y les inyectó Poly LC (una sustancia que estimula el sistema inmunológico) al tiempo que les hizo oler alcanfor. Se estableció el clásico reflejo condicionado mediante el cual solamente oliendo alcanfor, se estimulaba el sistema inmunológico. Tomó otro grupo de control de ratones al que le suministró Ciclofosomite (una sustancia tóxica que destruye el sistema inmunológico) condicionándolos también al olor del alcanfor. Sucedió que oler alcanfor estimulaba el sistema inmunológico del primer grupo y lo deprimía a los del segundo. Exponer a este último a la bacteria neumocoxides era encontrar la muerte por neumonía, en tanto la misma circunstancia con el primer grupo era sobrevivir. Vemos cómo la diferencia entre la vida y la muerte no fue más que la INTERPRETACIÓN DE UN RECUERDO (el olor de alcanfor).
Hace poco más de 30 años, el Dr. Wilder Penfield, neurocirujano canadiense, muy intrigado por la idea del alma, del espíritu, del pensador o del generador de ideas, estaba operando a un paciente. Con un pequeño electrodo estimulaba eléctricamente diferentes partes del cerebro para ver qué pasaba en el cuerpo. Este científico ganó un Premio Nobel porque pudo hacer el mapa de cómo el cerebro controla el cuerpo. Y uno de sus experimentos más famosos fue aquel en el cual, mientras estimulaba la corteza motora, el brazo del paciente se movía hacia arriba. Al preguntarle al paciente qué estaba pasando, el mismo le respondió que su brazo se movía hacia arriba. El Dr. Penfield le volvió a preguntar con mucho tacto: ¿usted está moviendo su brazo hacia arriba? No, respondió el paciente, “él se mueve solo”. Entonces el Dr. le dijo: “En lugar de permitirle que se mueva hacia arriba por si solo, muévalo en otra dirección”. Y para asombro del médico, el paciente lo movió hacia otra dirección a pesar de que el cerebro estaba siendo experimentalmente estimulado en la zona en que debía mover el brazo hacia arriba. Por más que el Dr. Penfield buscó dentro del cerebro al que tomó la decisión, no lo pudo encontrar. Es como si buscáramos a la orquesta dentro de la radio o la TV. El cuerpo es un instrumento que usamos para tener experiencias en el espacio-tiempo.
La física cuántica tiene como principio básico que la naturaleza esencial del mundo material no es material (en el sentido dicotómico con que empleamos el vocablo materia en contraposición a espíritu, energía, alma, etc.), que un átomo no es una entidad sólida, sino una jerarquía de estados de información y energía en un enorme vacío. Pero lo que los científicos están descubriendo, como expresara anteriormente, es que esa “no materia” es pensante.
Para concluir, citaré una parábola del budismo zen que relata que un día que hacía mucho viento, dos monjes polemizaban mientras miraban cómo flameaba en el aire un estandarte. "Es el estandarte el que se mueve”, decía el primero. “No, lo que se mueve es el viento”, le respondía el otro, cuando pasó un tercer monje que expresó: “El estandarte no se mueve, el viento no se mueve, son sus mentes las que se mueven".
Adjunto dos correos electrónicos enviados a un médico amigo de Quilpué, Chile, relacionados con la III Conferencia Internacional de Psicología de la Salud. PSICOSALUD 2000. Nov. 30, La Habana, Cuba
03/12/2000
Desde La Habana Cuba:
Querido
Iván:
... Pero déjame contarte
in extenso todo:
1) El
lunes 27 de noviembre a las 9 am. ofrecí el Curso Precongreso sobre Psicología
Transpersonal. Asistieron 25 personas. Me acompañé de láminas que proyecté por
medio de un retroproyector. Allí senté las bases teórico-metodológicas de la
Psicología Transpersonal, la concepción newtoniano-cartesiana enriquecida
por la cuántico-relativista, las leyes de la energía de Lupasco, la cosmovisión
bio-psico-cosmológica, el nivel de lo trascendente y los postulados los autores
más importantes de la Psicología Transpersonal, como Ken Wilber, S. Grof y
Charles Tart. Cuando terminé a las 2 pm después de un breve receso, el auditorio
rompió espontáneamente en un aplauso.
2) El jueves a las 4:45 pm eran tantas las
personas que esperaban en el salón asignado, que no cabían y reclamaban su deseo
de escuchar la conferencia. Decidieron trasladarla para otro salón mucho más
grande donde cupo todo el mundo. Habría unas 150 personas aproximadamente.
Comencé a leer la conferencia, subrayando con la entonación los aspectos más
importantes y aportando improvisadamente a modo de enriquecimiento,
circunstancias que eran necesario incorporar. Aquello terminó en una ovación.
Del público, un español que estaba sentado en las últimas filas, (al dársele la
palabra a quien quisiera intervenir) me dice que: "Eso que usted ha planteado
es religión". Con una sonrisa y sin dejarme provocar le respondí que:
"Efectivamente, si nos guiamos por la etimología del vocablo, el mismo proviene
de re-ligar y que ese es precisamente el objetivo de la Psicología
Transpersonal: Re-ligar la dicotomía "Yo-lo demás", tal como se aprecia en la
percepción polarizada del mundo, para sumirnos en la conciencia unitiva, en la
conciencia cósmica, en la interconectividad cuántica, donde precisamente el ego
cual gota, se despoja de su cápsula para integrarse al océano. Después me
expresa que: "No se puede extrapolar la física a la psicología". Le
respondo que no es una extrapolación, sino el empleo de la misma como referente
empírico necesario para poder establecer comunicación en torno a aspectos que
son inasibles por la palabra. Por último, señala que :"Esas son cosas que no
pueden expresarse por medio del segundo sistema de señales". Le respondo
que, efectivamente, tal como dijera LaoTse: "Si a Ud. le piden que describa el
Tao, y Ud. lo describe ...eso no es el Tao". Amigo Iván: !Para qué contarte la
cantidad de personas que se me acercaron después para entablar contacto
conmigo!
3) El viernes 1
de dic. a las 4:30 pm realicé un Taller que le titulé "Arte
Transpersonal". Asistieron unas 40 personas. Primero les dije unas palabras para
realizar el encuadre del mismo. Realicé el taller en tres momentos, acompañados
de música idónea para cada uno. El primer momento fue de vivenciar o
visualizarse en el claustro materno, (conciencia unitiva pre-trans), el segundo
momento (el nacer) fue en vigilia y de pie, el reconocerse por medio del otro, o
sea, en parejas tocarse, acariciarse y abrazarse. En el tercer momento, en
estado de relajación solicité que todos se vivenciaran formando un TODO de agua,
de aire, de calor o de tierra (según sus propias intuiciones). Cuando sugerí que
abrieran los ojos y estuvieran totalmente despejados, entregué una hoja de papel
y solicité que cada uno (estaban sentados en forma de círculo en el piso)
escribiera un renglón, doblara la hoja, y la pasara al de al lado para hacer un
poema colectivo. Iván, se quedaron absortos cuando al final lo leí. !Parecía que
lo había escrito una sola persona! Les dije que esa era la prueba de lo que era
la conciencia unitiva, de la interconectividad, de cómo en estado transpersonal
se borran los límites del ego (más bien se ensanchan) y se genera eso tan
hermoso...
Todavía estoy bajo
los efectos del Congreso. Gracias.
Un
abrazo,
Guillermo.
05/12/2000
Desde La Habana, Cuba:
Iván: Te adjunto el poema colectivo que
surgió de las 55 personas que participaron en el Taller, que sentadas en forma
de circulo, en el segmento final después de haber vivenciado la conciencia
unitiva en estado alfa. En una hoja de papel, cada uno escribió una linea, la
doblaba y se la entregaba al de al lado para que no viera lo que ponía y así
sucesivamente. Observa como parece escrito por una sola persona, refleja paz y
amor, así como los cuatro elementos: fuego, agua, aire y
tierra.
Un
abrazo,
Guillermo
POEMA COLECTIVO DEL TALLER “ARTE TRANSPERSONAL”, CELEBRADO EN EL SALÓN SOLIDARIDAD DEL HOTEL HABANA LIBRE EL 1 DE DIC. DEL 2000 A LAS 4:30 PM
Somos todo el universo lleno de sabiduría y amor
y subíamos juntos y nos alejábamos ya sin peso
sin color, sin dolor...
la
sonrisa se amplía hasta lo infinito
gracias a esta
vida
y el amor existió
La vida es amor, démoslo
mar azul
celeste
y que concentren la delicada línea de la
unión
La vida es apacible si lo deseamos
y se me abrió el corazón
Vivir con la intensidad de un leño que arde
Llevo un dolor en el alma
la
vida es felicidad
que pueda sentir tus manos
calma, felicidad, paz
Mi
tranquilidad plena y absoluta
maravillosamente
bien
Floto suavemente como una hoja acariciada por
las nubes
aire dulce y melodioso que penetras en
mis huesos
En fin ... el mar
La vida es como el botón de una rosa cuando se abre
El amor es mi vida, con ella soy feliz
Siento mi cuerpo que se purifica con el TODO
Todos necesitamos ayuda, afecto y colaboración
y pienso que estaba solo y perdido y en verdad lo que estaba era
solo y perdido
Ala de nube tú, ala de espuma
yo
en nosotros mismos hay gran riqueza de paz y
amor
Todo amor, paz, está en mi
Amar es ser amado, es hacerse feliz
Cuán bella melodía que inspira el mar y la paz
el agua fresca que fluye
Hacia lo infinito del Amor Infinito
se disuelve el Ego
y nace la Paz
La relajación, situación de amor y calor
en un espacio ideal, veo colores que se unen en la luz
soy como el agua que moja
fuerza, vida, color, protección y un amor inmenso
para hacer del amor mi sentido de vivir
Soy el aire. Llevo un poco de felicidad a todos
el amor logra lo imposible
si
todo pudiera ser tan simple...
la vida es
amor
Aquí me quedo con mis musgos y mis
peces
Y si un día los necesito, no dudaré en
llamarlos
Te quiero, no sabes cuanto te extraño
El mar bello, profundo y azul
sentimientos de quietud, amor y paz, ¡eso es vida!
Soy el aire, estoy feliz de tenerlos, no creen que es bueno
estar conmigo así, piensa en mi
En la vida estoy por amor y con amor
la
vida a veces es clara, nítida, tranquila como las aguas de un río
Soy agua y vida
y cuando veo
tus ojos sonreír, los míos te abrazan
Que la luz de
tu estancia te guíe hasta el espacio
y disfrutes y
disfrutes y otra vez
disfrutes...
porque la luz nos ha tocado
No te
avergüences del amor
DEMUÉSTRALO
Guillermo J. Ruiz Rodríguez
Psicólogo y Sociólogo
Especialista en Psicología de la
Salud
Profesor Titular de
Psicología Médica
Universidad
Médica de La Habana
http://www.isp2002.co.cl/paradigma.htm
Lic.Guillermo J. Ruiz Rodríguez
EMail:
gruiz@infomed.sld.cu